Carta a Winston Churchill - Insistir en la propuesta

 Sr. Winston Churchill:

                                       Entiendo, créame, las labores que debe hacer frente en estos momentos de dificultad económica y social. No quiero pecar de desagradecido contestando esta carta ni dudar de su sinceridad. Estoy seguro, o quiero estarlo, que me ha respondido habiendo intentado por todos los medios ayudarme con mi petición. Sin embargo, ¿me dirá usted que un país como Inglaterra (clara potencia mundial económica, financiera y militarmente), con todos sus recursos e instituciones; todo su dinero y su mercado funcionando fructuosamente; y sus innovaciones constantes en materia de tecnología, necesita del dinero del Primer Ministro para salir adelante? Nunca me han puesto una excusa tan poco desarrollada y humilde. Su argumento es a mi petición como el Ford "T" a las necesidades actuales, muy básico.

Lamento sonar tan brusco pero su carta no ha hecho más que ofuscarme y desalentarme en el camino de mi escritura. He ido a decenas, incluso cientos, de editoriales y todas me han cerrado la puerta en la cara, me han dicho que por el momento "pasan", que mis libros son buenos pero no trabajan ese tipo de contenido. ¡Incluso me han dicho que mi historia no vende! ¿Todo pasa por el dinero, acaso? El mundo necesita leer una historia como la mía, venda millones de ejemplares o tan sólo unos cientos. No quiero ser un sujeto olvidado como las millones de personas que han sido calladas en la guerra y a lo largo de la historia de mi pueblo. Quiero alzar mi voz, mi puño y letra, para mostrar al mundo lo que el hombre es capaz de hacer. Quiero dejar sentado en la infinitud de la escritura las barbaries de los sujetos actuales.

Antes de enviarle esta carta le pido dos cosas. La primera es que reconsidere mi petición. Comprendo las dificultades económicas que esto conlleva, aunque mi instinto dice que son más los problemas políticos los que lo mueven a tomar esta decisión. Evidentemente, si su nombre sale como colaborador del libro las ventas estallarán, pero comprendo si no quiero involucrarse políticamente en esta situación y le ofrezco, en cambio, hacerlo desde el anonimato. Por otro lado, le pido que no crea que por escribir este relato estoy perdiendo el miedo a contar lo sucedido. Durante muchos años historias de todo tipo fueron censuradas, desde "El origen de las especies" hasta Freud y Einstein en la quema de libros nazi en 1933. No dejo de tener miedo a las repercusiones del relato, pero si he de ser perseguido, que sea con la frente en alto, con mi historia en cientos de hogares y con la tranquilidad que no he hecho más que ofrecer al mundo una verdad, dura, pero cierta al fin. 

Atentamente, Primo Levi

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