Diario de escritura: Distancias

"Sólo nosotros sabemos estar distantemente juntos" -Julio Cortázar

Es irónico decir que la distancia une, ¿no? ¿No? Repito esa frase una y mil veces y me parece un sinsentido, y se me ocurren miles de ejemplos en donde la distancia une. Les voy a contar uno muy personal, muy mío, muy pandémico. La cuarentena: máxima expresión de la distancia. Lamentosa y obligada distancia que no nos permite abrazar, besar, sentir el calor humano que tanta falta nos hace, que tanta dependencia nos genera y al que tantas veces necesitamos volver; o tal vez llegar, porque uno no vuelve a donde nunca estuvo, o mejor dicho, uno no vuelve a donde nunca sintió calor. Lamentosa y obligada distancia que nos deja solos con nosotros, con nuestros pensamientos, con nuestras mochilas que pesan vaya uno a saber de qué, con nuestros recuerdos buenos y malos (maldito binarismo que no nos deja lugar para recuerdos ¿intermedios? ¿ni buenos ni malos?). 

Y acá es donde entra mi historia, que en una pandemia tuve que reencontrarme conmigo misma, tuve que aprender a convivir con mis pensamientos, tuve que amasar mis proyectos (y dejarlos reposar, y hacer bollitos, y volver a amasarlos, y mandarlos al horno. Todavía están en formación). No sabía cómo empezar, cómo dejar de necesitar el calor humano para encontrar el calor propio. Ese fuego que te sale del alma si y sólo si sabés prender la mecha. Y en la pandemia, en la distancia con todos pero, paradójicamente, en la unión con uno mismo, encontré el camino para prender mi fueguito, chiquito, que no alcanzaba para hacer un buen asado pero fueguito al fin. Así es como la distancia me unió con mis problemas, con mis quilombos, con mis inseguridades, pero también con mi pasión, con mi determinación y con mis ideas. Y mi fueguito se fue convirtiendo en un fuego avasallante que ya no necesitó volver a sentir ningún calor ajeno. 


"Cuando llegué a mi casa esperaba ver las luces y colores de antes; lo primero que observé fue, en una estación de tren polvorienta, una mujer que llevaba en una carretilla los pocos bienes que le quedaban, pelada y con un pañuelo que le cubría la cabeza. Fue la primera vez que lloré y se me fue el alma al suelo" - Marion Eppinger, sobreviviente húngara del holocausto.

"Para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos"- Julio Cortázar

Distancia entre lo que los demás esperan de nosotros y lo que realmente somos. Las expectativas e ilusiones que la gente que nos rodea posa sobre nosotros desde el primer momento, que nos permite volar pero a la vez nos corta las alas. 

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