Diario de escritura: pesadillas

 Despertar llorando es, quizás, la emoción más triste que conozco. Por un lado, tenés miedo, angustia, incertidumbre. Por el otro, sabés que estás bien, sano y salvo, y que ya nadie te puede lastimar. Pero sin embargo, seguís llorando. Hace poco soñé que alguien muy cercano se moría. No recuerdo la situación exacta, no recuerdo cómo fue, cuándo o dónde. Sólo me acuerdo de la angustia que recorría mis venas, la desesperación con la que me levanté. Lo primero que hice fue llamar a la persona con la que había soñado. Escuchar su voz, saber que estaba bien. 

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